lunes, 25 de mayo de 2009

ARTICULO GASTRONOMICO RESTAURANTE INDIGO














ARTÍCULO GASTRONÓMICO

Por: Sylvia Juliana Vela

Tarde de “juernes” en Bogotá, día en el que la rumba, los momentos con amigos en bares y restaurantes y el disfrute de la vida nocturna empiezan a incrementarse en nuestra ciudad dando apertura al fin de semana. Con la docente y el grupo de la materia de establecimientos gastronómicos, hemos decidido realizar una salida, o más bien trabajo de campo, a uno de los restaurantes que forman parte de los establecimientos gastronómicos que se encuentran ubicados en la denominada Zona G (Zona Gastronómica) de Bogotá. Su nombre, aunque no presenta relación alguna con la decoración, ni con la alimentación que se ofrece en el mismo, resulta ser atractivo al igual que la fachada del Restaurante. INDIGO está ubicado más exactamente en la Carrera 11A No. 93B – 27, y es de fácil acceso para las personas que deseen ir a pasar un momento agradable. Aunque no cuenta con personal que se encargue de dar un recibimiento y bienvenida a las personas que van a ingresar, o lo que se denomina en el argot gastronómico una hosstes, la impresión que el establecimiento genera a primera vista es que no es limitado a cierto tipo de público, sino que por el contrario, permite el ingreso desde personas jóvenes, como por ejemplo estudiantes universitarios que han terminado una jornada de clases, hasta personas un poco más adultas que salen de sus trabajos y desean pasar un rato agradable.
La cita era a las seis de la tarde. Arribo al restaurante sobre las 6:20, razón por la cual no me puedo dar cuenta si ya disponían del espacio para acomodar al grupo de aproximadamente 17 personas que íbamos a asistir, teniendo en cuenta que la profesora había realizado ya una reserva. Lo cierto es que al llegar, me encuentro con que el restaurante dispone de diferentes ambientes, uno en la entrada decorado con plantas, en donde ubican mesas redondas de cuatro puestos cada una con lámparas de calefacción (se podría decir que esto es predominante en la mayoría de restaurantes de esta zona). En su interior, mesas rectangulares de dos y cuatro puestos, y una barra con una amplia oferta de licores.

La tonalidad gris de las paredes del restaurante no resulta ser agradable porque de cierta manera produce una sensación de frivolidad, y esto conjugado con la iluminación tan tenue que maneja no genera un buen resultado ya que tiende a generar cansancio a la vista y a oscurecer demasiado el espacio. Este detalle podría mejorarse mezclando mejor estos dos elementos. Los baños se encuentran ubicados distantes al área de servicio, es decir, no están a la vista de los consumidores, pero hay una adecuada señalización para llegar hasta estos. Su presentación es agradable, pulcra y cuenta con los implementos necesarios para su uso. El baño de los hombres y el de las mujeres son independientes, sin embargo hay un detalle a considerar, y es que estos son compartidos con una empresa que se encuentra junto al restaurante, lo que pone a pensar en la congestión de estos en una hora pico (almuerzo), y por otra parte, la imposibilidad que tiene el restaurante de otorgar a los baños un toque especial de decoración que lo identifique con los demás espacios, (aún en estos ambientes es importante considerarlo).
Luego, llegado el momento del servicio, nos han presentado una carta amplia y variada, sumado a esto, un mesero que de manera constante acompaña al grupo y esta presto a aclarar cualquier inquietud respecto a la composición de los platos, o hacer alguna sugerencia. El mismo toma el pedido de una manera rápida, y en aproximadamente 20 minutos nos hacen el primer servicio correspondiente a las entradas, durante este lapso de tiempo nos ofrecen las bebidas. Pasados 10 o 15 minutos, sirven el plato fuerte, y hasta este momento hay dos detalles que destacar: primero la agilidad con que el mesero sirvió, sin mayor equivocación u olvido el plato que le correspondía a cada comensal, teniendo en cuenta que el grupo era numeroso. El otro detalle es que, así como esta persona demostró un buen servicio durante toda nuestra estadía en restaurante, el mesero que le colaboró en la colocación de los cubiertos no dio ni el saludo, y es importante tener en cuenta que aspectos como estos pueden, en ocasiones, opacar todo un buen servicio que halla desarrollado el resto de la operación.

La presentación de los platos es agradable a la vista, una cantidad generosa con una decoración ingeniosa, en una vajilla poco convencional que le otorga un toque sofisticado al restaurante, de igual manera lo es la cristalería para las bebidas (no se maneja un estándar sino que para cada clase de bebida se tiene un vaso diferente). Se otorga una excelente calificación al restaurante en la parte de menaje, cristalería y cubierteria empleada. La temperatura de los platos es ideal, sin embargo son un tanto fuertes en condimentación.
Siempre hubo una atención permanente del mesero que nos atendió, y el mismo preguntó al final como nos había parecido todo, lo cual es agradable porque son personas que tratan de romper el hielo con el cliente y están dispuestas a recibir una observación o sugerencia, se dan a la tarea de hacer siempre algo mas, de lo que su puesto de trabajo les refiere (tomar, servir y retirar).

INDIGO, una buena alternativa para quienes no disponen de mayor cantidad de dinero, pero que desean darle un deleite al paladar y pasar un rato agradable.

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